Hola.
Te escribo por si en e este momento te estás sintiendo mal. Por si te pasa eso de que de a ratos algo te oprime el pecho, sentís angustia, no sabés bien qué es, pero te vienen lágrimas a los ojos cuando pensás en la soledad que hoy te toca vivir.
Seguro que hay quien te diga que mucha gente la pasa peor, que no tiene qué comer, que está enferma o ha perdido a un ser querido; por supuesto que es así y quieren ayudarte, quieren que valores lo que tenés. Pero tú eso lo sabés, y solo te suman culpa, porque igual te sentís mal.
¿Y sabés qué? Nadie tiene derecho a juzgar lo que sentís. Está bien admitirlo, está bien sentirlo, no importa que otros estén peor, tú te sentís así y es muy válido lo que te pasa.
Pero ahí quizás es que tenés que ver qué hacer con lo que te pasa.
Muchas veces, en y sin pandemia, yo me sentí así.
No hay recetas mágicas para solucionarlo. Podría mandarte una de torta de chocolate, pero no para esto.
Yo solo puedo recomendarte lo que a mí me dio resultado:
Y fue hacer una cosa por vez, vivir una hora por vez, planificar un día por vez, sin pensar en lo que viene, ni en los próximos minutos, ni en los días siguientes, sin hacer mayores esfuerzos. No dejé que nadie me presionara en esto.
“Lo voy a pensar”, contestaba ante cualquier insistencia en saber qué iba a hacer el lunes, el mes que viene, cuando tal o cual cosa fuera a pasar.
Sirve mucho para ello que te enfoques en algo bello, algo que te guste hacer, mirar o pensar.
Quizás leer algo, mirar el celular, ver una película, mirar el cielo, tener una mínima charla con alguien -de cualquier tema- evocar un recuerdo bonito o mirar una fotografía que te haga sonreir.
Dedicarle a esto, diez o quince minutos, no más, respirar en forma pausada, tranquila, y entonces descansar; luego volver a hacerlo durante media hora y descansar, después una hora y descansar, el tiempo que necesites. Lo manejás tú, nadie más, sin apuro, pero en forma constante y progresiva.
El tiempo se irá llenando de ti mismo. Verás la persona valiosa que sos, porque tú lo serás todo.
Y de repente, casi sin darte cuenta, verás que ya estás un poco mejor, serás suficiente; te adueñarás del tiempo, sentirás el poder que eso te da; y lo más importante, verás cómo sigue palpitando tu vida.
Y allí es cuando la magia ocurre, porque la harás tú.
Y quizás, como El Principito de Antoine Saint-Exupéry, podrás como él, en su pequeño planeta, mover tu silla cuantas veces quieras para ver todos los atardeceres que te plazca.
El poder de llenar los vacíos es tuyo, de nadie más.
Tú sabrás cómo. No tengo dudas. Yo pude.
Te saludo desde lo profundo de mi alma y deseo para ti, lo mejor.

Your content goes here. Edit or remove this text inline or in the module Content settings. You can also style every aspect of this content in the module Design settings and even apply custom CSS to this text in the module Advanced settings.

Clic aquí para comunicarse por WhatsApp