La soledad se define como una vivencia subjetiva de falta de conexión con los demás, tanto en cuanto a la cantidad de relaciones sociales como la calidad de estas.
Durante la adolescencia, se producen numerosos cambios en los diferentes contextos sociales. Se da un proceso de autonomía y distanciamiento respecto a los padres y la relación con los iguales adquieren una elevada importancia y se vuelven más complejas. Las dificultades para adaptarse a todos estos cambios aumentarán el riesgo de experimentar sentimientos de soledad.
La transición hacia esta etapa también implica que los adolescentes dediquen menos tiempo a la familia y más a sus pares, reemplazando las figuras primarias de contacto. Simultáneamente, los adolescentes tratan de definirse a sí mismos entre los cambios fisiológicos, emocionales e intelectuales que pueden alterar su autoconcepto; ellos pueden definirse de una manera cada vez más compleja y abstracta. Esto implica la formación de la identidad no sólo por sus características físicas, sino también por las psicológicas (por ejemplo, los rasgos, los pensamientos, las creencias y los valores), y con respecto a sus relaciones sociales.
Sin embargo, en ese camino para lograr autonomía, individualidad y formación de la identidad, aparece el riesgo de experimentar los sentimientos de separación y responsabilidad, y de ahí desencadenar una vulnerabilidad a la soledad emocional y social. Mientras durante este período es de esperar algún grado de soledad, los sentimientos persistentes y dolorosos de este sentimiento no son normales. Además, el fracaso para resolver la soledad antes terminar la adolescencia puede alterar en forma significativa las relaciones sociales futuras y la salud mental.
La juventud representa un espacio ideal para cultivar herramientas sociales y actitudes que mejoren el desarrollo emocional; de esta manera, constituye un tiempo especial para focalizar esfuerzos en investigación e intervención.
La falta de relaciones significativas de calidad y en la cantidad necesaria puede provocar al adolescente tristeza, malestar, aburrimiento, emociones positivas reducidas, sentimientos de vacío, vivencias de aislamiento y distanciamiento y angustia. Los jóvenes que se sienten solos se sienten excluidos. Este es un sentimiento que puede ser perjudicial para el desarrollo de su autoestima.
La relación con los iguales también puede ser un factor protector o un factor de riesgo en relación con los sentimientos de soledad.
Los siguientes factores generan un aumento de los sentimientos de soledad:
- La falta de habilidades sociales.
- La vivencia subjetiva de fala de habilidades sociales (aunque puede no ser real).
- La idea de que los compañeros los evalúan negativamente.
- Un desajuste con su entorno social con los iguales (relaciones sociales escasas o desajustadas).
Por lo tanto, para algunos adolescentes, la soledad puede estar relacionada con un déficit de habilidades sociales real. En otros, puede estar relacionada con una percepción negativa sesgada de las propias habilidades sociales. Y otros con un desajuste con el entorno social.
¿Cómo evitar la soledad en la adolescencia?
- Ser ayudado
En muchas ocasiones, la colaboración de un tercero resulta fundamental para combatir esta carencia en la adolescencia. Suele pasar que quien la padece no lo nota, no sabe cómo recomponer su vida social o simplemente no quiere o no se siente capaz de lograrlo.
- El rol de la familia
Ante la soledad en la adolescencia, un ambiente familiar sano, con mucho diálogo y contención puede ser la solución. Hay que comprender que el adolescente pasa por una etapa compleja y no merece que le carguemos también nuestros miedos. Por el contrario, debemos ser el guía, el asesor, el sostén que tanto necesita.
- Otras actividades
Además, impúlsalo a que se involucre en actividades extracurriculares. Las clases de teatro, de danza o la práctica de deportes, entre muchas otras opciones, suelen brindar el ambiente de distención necesario para que afloren las relaciones públicas.
- Los hábitos
La adopción de hábitos saludables no es un tema menor. Desde joven, es importante que tu hijo conozca y valore su importancia. Los efectos positivos son muchos: en primer lugar, evitará trastornos de la salud, pero también su imagen y humor mejorarán, y esto elevará su autoestima.
Por otro lado, tenés que controlar que esta intención de mejorar su alimentación no derive en trastornos más complejos. Recordá que se debe buscar el equilibrio.
- La positividad
Así mismo, también es importante que refuerces sus pensamientos positivos. ¿Cómo? En primer lugar, siendo el ejemplo de lo que quieres reflejar. Muéstrale la importancia de ser amable, de estar bien predispuesto y de perseguir las metas con optimismo. Las personas que contagian positividad suelen recibir eso mismo de los demás.
Estimula su confianza en sí mismo, felicítalo y dejale en claro lo que es capaz de hacer si se lo propone. Una persona que cree que merece cariño y respeto será capaz de exigirlo y brindarlo a los demás.
Estos pequeños detalles suman mucho a la hora de sobrellevar la dura etapa de la adolescencia y sus enormes cambios. Es una construcción progresiva y constante. No se logra de un día para el otro, por lo que debes ser paciente y acompañarlo.