¿Por qué duele más la espalda en invierno y qué podemos hacer?

La llegada de las bajas temperaturas hace que quienes sufren de malestares de espalda se vean más perjudicados ya que estos dolores se acentúan debido a los malos hábitos y las posturas inadecuadas. Es que, al sentir frío, la reacción inmediata es encogerse, elevar los hombros, agachar la cabeza y así tensionar todo el cuerpo. De esta manera, la musculatura se sobrecarga, sobre todo a nivel del cuello y las lumbares. A su vez, las mujeres son más propensas a experimentar estos síntomas ya que suelen ser más friolentas, y la postura incorrecta se incrementa.

Otro de los motivos que explica el aumento de estas dolencias es el contraste de temperaturas al que nos exponemos cuando pasamos de ambientes cerrados donde hay calefacción, al exterior. Es que pasar del frío extremo al calor y viceversa en muy poco tiempo genera que el cuerpo tarde en adaptarse y se favorezcan este tipo de dolencias. De igual forma, las corrientes de aire frías o calientes también nos predisponen a posibles contracturas, sobre todo en el cuello y la parte alta de la espalda por ser las zonas más expuestas.

El invierno, además, tienden a aumentar los calambres ya que el frío puede provocar retracción en la fibras musculares y vasoconstricción en los vasos sanguíneos. El motivo es que el cuerpo va a evitar que la sangre pase por las zonas más cercanas a la piel para intentar mantener el calor en los órganos vitales. 

A continuación, una serie de consejos y recomendaciones útiles a tomar en cuenta para alivianar estos dolores:  

  • Procurá estar bien abrigado porque el calor hará que se produzca una vasodilatación, aumente la temperatura y la musculatura se relaje. Lo ideal es andar con ropa ligera, que no pese, y usar varias capas. Evita las prendas de algodón porque absorben el sudor y hacen que se mantenga húmeda.
  • Abrigá bien tus pies y manos porque son las zonas más sensibles al frío. Es importante llevar gorro ya que el 50% del calor corporal se pierde por la cabeza. Intenta usar bufanda o pañuelo para evitar encogerse de hombros y también para cubrir las cervicales y el cuello.
  • Evitá exponerte a cambios bruscos de temperatura y corrientes de aire.
  • Practicá ejercicio de forma regular y en horas centrales, ya que las temperaturas son algo más altas. Recordá que calentar y estirar es clave para que los músculos no se contracturen. Si sentís molestias debés evitar el reposo absoluto porque no mover dichas zonas es contraproducente.
  • Es muy importante mantener una buena alimentación en invierno que nos asegure un aporte de calorías necesarias para mantener más fácilmente una temperatura adecuada de nuestro cuerpo. También se aconseja hidratarse bien, así como ingerir más frutas y verduras, ya que aportan vitaminas extra y hacen que te vuelves más resistente al frío.
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