Cada vez que las personas escuchaban en los informativos noche tras noche la consigna de quedarse en casa para cuidarse entre todos y evitar así la propagación del virus, y veían así extenderse la cuarentena sin saber hasta cuándo tendrían que convivir con esta situación, todo se volvía más gris y difícil de llevar. El aislamiento social, sumado a la crisis económica, la incertidumbre en el empleo, el caos logístico por trabajar desde casa con los niños encerrados, y la imposibilidad de tener actividad social ha generado momentos de completa desolación e hizo que la salud mental comenzara a flaquear.
La distancia social, no poder frecuentarse, visitarse, almorzar los fines de semana, o armar un asado en familia, y que todo se limitara a un contacto virtual hizo que las personas empezaran a sentirse solas, aisladas, angustiadas y anhelaran los tiempos en que se reunían con sus seres queridos. Fue entonces que algunos gobiernos comenzaron a barajar la opción de crear o ampliar las llamadas “burbujas sociales” de cuarentena como alternativa para sentir menos nostalgia de aquellos encuentros presenciales. Consiste en la posibilidad de que dos o tres familias acuerdan socializar entre sí, pero con nadie más. En una burbuja, las familias pueden pasar tiempo juntas sin tener en cuenta la distancia social, pero fuera de ese núcleo sí deben comprometerse a respetar las reglas de distanciamiento recomendadas por las autoridades sanitarias.
La razón para implementar este tipo de modalidad es que las personas necesitan del contacto social. Muchas familias sufren y se deprimen por estar lejos unos de otro -nietos, padres, hijos y abuelos- entonces se necesita encontrar maneras de socializar procurando estar seguros, ya que lo cierto es que se vuelve insostenible permanecer solos y encerrados en una casa para siempre sin ver a nadie más. Más allá de prevenir los focos de coronavirus y la expansión de la enfermedad, también es preciso cuidar la salud en general y la psiquis.
A continuación, una serie de recomendaciones y aspectos a tener presentes a la hora de ampliar el círculo de contactos en tiempos de cuarentena para que las “burbujas” no se vuelvan en contra de la sociedad en su conjunto.
- Es importante elegir bien a quiénes integrar a la burbuja. Procura que sea una familia tan cuidadosa como la tuya, que se quede en casa, y use tapabocas en sitios públicos, con el objetivo de disminuir el riesgo de propagación del virus. De lo contrario, la expansión de tu núcleo podría generar una cadena de infecciones. Se aconseja seleccionar personas que vivan en la misma ciudad o pueblo.
- El contacto entre los miembros de este núcleo debe ser exclusivo. Es decir, la idea es crear un círculo cerrado, donde ninguna familia dentro de la burbuja tenga contacto con personas fuera de esta, ni que formen parte de otro núcleo aparte.
- Cuanto más pequeña sea la burbuja, mejor. Son ideales las de dos familias con un total diez personas como tope. Mantener un número reducido es la clave para minimizar el riesgo.
- Si la familia tiene abuelos que viven en casa, o un pariente directo que es población de riesgo, debes tomar precauciones extra y reducir tu exposición potencial al virus para mantenerlos a salvo. Por ejemplo, quizás debas cambiar tu rutina e ir al supermercado una vez por semana, y no día por medio.
- Estos núcleos se vuelven, a la vez, una forma de minimizar el riesgo de contagio, ya que, si un integrante de la burbuja se enferma, es mucho más fácil rastrear a los contactos.
¿Cómo formar tu burbuja?
Armar el núcleo es una tarea delicada porque requiere crear un contrato social con otras personas basado en la confianza. Se aconseja reunirse para tener una conversación virtual vía Zoom o FaceTime y establecer ciertas normas básicas, donde definan si quieren seguir adelante con la “burbuja” o no.
En esa charla, deben poner sobre la mesa sus expectativas y compartir detalles sobre su vida cotidiana, así como las precauciones que toma cada familia. El objetivo es determinar si están en la misma sintonía en relación a cómo abordan la cuarentena y qué buscan.
Otro punto importante a discutir son los límites del compromiso. ¿Esperas que la burbuja dure todo el invierno? ¿O preferías iniciar con un período de prueba de dos semanas, y luego evaluar cómo marchan las cosas? Los expertos señalan que es posible crear una burbuja con una familia por un tiempo y después cambiarse a otra. Para hacerlo, solo se requerirá de una cuarentena de dos semanas entre ambas para asegurarse de que nadie haya sido infectado.
Si decides seguir adelante con la idea de la burbuja, fija ciertas reglas firmes. ¿Qué tipo de actividades son aceptables y cuáles transgreden los límites? ¿Qué podría constituir una “grieta” en la burbuja (por ejemplo, una visita al consultorio médico o al dentista)? En tal caso, siempre está la opción de pausar las reuniones del núcleo durante dos semanas, mientras la familia expuesta transita la cuarentena, y luego retomar los tan disfrutables encuentros.