El sarampión es una enfermedad infecciosa y contagiosa que también puede afectar en edad adulta interrumpiendo nuestra rutina habitual. A continuación, te contamos cómo detectarla y qué hacer en el caso que la contraigas.
Se suele transmitir a través del contacto directo y del aire afectando el tracto respiratorio y extendiéndose al resto del organismo. El virus ocurre sólo en los humanos no afectando animales de otras especies.
Se manifiesta con la aparición de pequeñas manchas rojas en la piel, fiebre y catarro. En adultos, se atribuye el virus a la falta de permanencia de anticuerpos en la niñez, ya sea por no haberse vacunado o por el rechazo del cuerpo a la misma.
Síntomas:
1. Erupción: Las primeras manchas grandes y planas se presentan en la cara o alrededor de la línea del cabello. Es posible que se extiendan y es fundamental evitar rascarse para prever su propagación.
2. Inflamación ocular: Este virus comienza en nariz y boca. Pero puede manifestarse a través de los ojos. Si se detecta sensibilidad a la luz y los ojos están constantemente inflamados y rojos, puede ser signo del virus.
3. Gripe: Aparece cuando tu cuerpo lucha para expulsar el virus. En el adulto, la fiebre muy alta, la fatiga y dolores musculares son señales de sarampión.
En adultos hay dos factores de riesgo que propician al virus:
-Si no se recibió la vacuna contra el sarampión de niño, el cuerpo es más indefenso frente al virus.
-La falta de vitamina A en la alimentación expone doblemente al sarampión.
La vacuna contra el sarampión puede encontrarse en cualquier hospital público o mutualista privada, sin receta. Es de carácter obligatorio y gratuito. Si no se encuentra el sello en el carné de vacunación no hay problema de volver a darse la vacuna. Siempre es mejor prevenir.