Un animal de compañía establece vínculos con las personas de su alrededor. Su presencia impacta en su vida, en sus rutinas, pero también en su salud. Las mascotas son fieles, cariñosas y unas excelentes compañeras de vida. Su manera de tratarnos tiene un impacto muy positivo en nuestras vidas y, especialmente, en nuestro bienestar mental. De ahí que incluso se relacionen con fines terapéuticos. Por ello, durante esta pandemia la compañía de las mascotas ha cobrado tanto valor.
Una persona con mascota tiende a sentirse menos sola que otra que no la tiene. Las personas que atraviesan momentos difíciles y estados de depresión o ansiedad severa no suelen tener ganas de salir o relacionarse con los demás. Sin embargo, las mascotas les ayudan a crear un vínculo afectivo especial con ellas y la responsabilidad de cuidarlas y bajarlas a la calle, lo que las obliga en cierto modo a salir de casa y despejarse. Muchas personas, además, hablan, abrazan, se tumban y se desahogan con sus mascotas, contándoles sus problemas y sirviéndoles de ‘terapeutas’ que alivian sus sensaciones de tristeza o malestar.
Tener mascota ayuda a mantener la presión arterial bajo control. El simple hecho de acariciar o estar acurrucados junto a nuestra mascota, nos relaja. Algo que además de placentero tiene un efecto positivo para nuestra salud, porque libera hormonas de relajación que reducen nuestro nivel de estrés y nos ayuda a disminuir la presión arterial.
Las mascotas proporcionan un sentido de propósito, lo que aumenta la autoestima de sus dueños. Los enfermos crónicos con mascotas tienen menos probabilidades de sufrir depresión y aislamiento debido, en parte, a la sensación de felicidad y euforia con la que siempre les reciben sus animales al entrar en casa.
Amor sin condiciones: Los animales no juzgan la personalidad ni el aspecto de las personas ni tampoco sus habilidades físicas. Esto proporciona una mayor autoestima al humano dotándole de seguridad emocional. Las mascotas dan la posibilidad a sus propietarios de ser necesarios, lo que da una buena razón para sentirse vivos.
Menos soledad, mejor compañía: En los momentos difíciles siempre hay alguien esperando en casa, listo para dar una efusiva bienvenida. Sin duda, este es el ejemplo más significativo de lo que significa combatir la soledad.
Agente socializador: Las mascotas son sin dudarlo un facilitador social, una excusa perfecta para hablar con desconocidos en la calle. Son muchas las personas que comparten la afición y el amor por los animales y tener un interés común aumenta la extroversión y promueve la interacción con otras personas
Una persona solitaria puede comenzar a salir de este estado mental si consigue una mascota. La persona inicia una fase progresiva de compromiso, organización, empatía, estabilidad emocional y una mayor responsabilidad. Se trata de cuidar y atender a la mascota para que se tenga uno al otro. El resultado será inminente, drástico y positivo:
Reducen estrés: estar acompañados de una mascota nos puede facilitar el día a día.
Un remedio contra la depresión: La responsabilidad de tener una mascota conlleva hacer un cambio de tu rutina. Sacar a pasear al perro, por ejemplo, es una gran ayuda para mantenerse activo y salir de casa.
Fuente de felicidad: Con sus travesuras y sus juegos, las mascotas nos conceden momentos entrañables. No es casualidad que la mayoría de las personas sintamos una afección positiva de forma natural por los animales.
Ayudan a combatir la soledad: En estos tiempos, el apoyo incondicional de las mascotas es un gran aliado cuando no podemos ver a nuestros familiares o amigos. Pueden resultar especialmente útiles a las personas mayores para combatir la soledad.
Aumenta el sentimiento de responsabilidad: El cuidado de un animal conlleva una serie de responsabilidades que puede suponer un excelente entrenamiento para los más pequeños de la casa.
Refuerzan la autoestima: La compañía de mascotas mejora la confianza y la autoestima, especialmente en los niños, porque los animales no juzgan ni ridiculizan los fallos o los errores.
Mejoran la vida social: Aunque nuestra vida social se ha visto reducida, tener una mascota es ideal para establecer rutinas de una vida más activa, además de fomentar y disfrutar del ejercicio. El hecho de encontrarnos a personas mientras paseamos a nuestro perro abre nuestra mente. Compartir gustos, aficiones o simplemente una conversación agradable es clave en estos tiempos en que las opciones de ocio e interacción social aún están muy restringidas.
Todos estos beneficios de la interacción con animales, junto a la predisposición que sentimos las personas por los animales de compañía, ha llevado a que numerosos terapeutas los incluyan en sus sesiones. Las terapias o intervenciones asistidas con animales consisten en incorporar a las sesiones educativas o terapéuticas la participación de un animal de compañía, tratándose generalmente de un perro.
Por todo lo bueno que los animales nos aportan, debemos respetarlos y cuidarlos lo mejor posible. Si no tienes mascota, pero te estás planteando seriamente hacerte con una, te recomendamos plantearte una serie de cuestiones antes:
¿Por qué quiero una mascota? ¿Tengo tiempo suficiente para dedicarle? Paseos, actividad, alimentación, juego o aseo requieren dedicar parte de nuestra rutina diaria a las mascotas. ¿Puedo adquirir un compromiso a largo plazo? El cuidado de las mascotas requiere inversiones periódicas en alimentación, visitas regulares al veterinario, tratamientos puntuales y otros gastos.