Venimos a este mundo, a experimentar, vivir, soñar y dejar nuestra huella, pero venimos solos y solas a pesar que no es nuestra condición natural ya que uno de los dos instintos con los que nacemos es el gregario, el instinto a formar grupos…
Incluso a veces nos sentimos solos a pesar de estar rodeados de personas o familia, pero olvidamos que estamos con la primera persona que deberíamos amar: nosotros mismos. Deberíamos querernos y respetarnos, apoyarnos porque siempre damos lo mejor, a pesar de equivocarnos y cometer muchos errores…. es parte de vivir y aprender.
Los humanos somos una red, aunque no lo notemos muchas veces, estamos unidos con todas las almas del planeta todas experimentando este mundo y sus devenires, por eso en realidad, nunca estamos solos realmente.
Somos parte de la naturaleza, aunque a veces pareciera que negamos esas raíces, nos emocionamos con el vuelo de un pájaro, nuestro corazón se estruja al ver una montaña nevada rodeada de mágicos bosques como si de una tibia manta se tratara, arropándola. Lágrimas de felicidad derramamos al ver una puesta de sol, al sentir el abrazo de un amigo, de un familiar e incluso de un desconocido que solo pretende ese momento abrazar el alma de quien lo necesita, porque si, porque para eso nacemos para conectar con otras almas y entibiarlas un poco si se sienten frías y solas.
Ese es mi fin, crecí en una familia donde el amor brotaba y nos bañaba a todos como un rayo de luz. Familia de campo, de amaneceres con rocío en los pies, de amor simple y sencillo, sin pretensiones ni caretas, amor puro que todos mamamos desde pequeños, y se mete despacito en nuestros corazones. Si el amor hace eso, nunca más sale de ahí, y solo quiere desparramarse y crecer en todas las personas con las que te cruzas.
Hubo momentos en que extrañaba la soledad, estar sola, ya que siempre estábamos con alguien de la familia, en todas las reuniones o en nuestra casa. Pensaba me gustaría pasar una navidad sola o sola con mis padres. Los años pasaron y mi familia ha ido menguando y se han ido algunos de los grandes pilares de mi vida, las fiestas se volvieron más silenciosas, sin música, y con menos charlas…menos risas. Poco a poco mi deseo se volvió realidad, y mi soledad empezaba a asomarse y realmente, hubiera preferido seguir con las reuniones grandes, ruidosas y la felicidad a tope.
Hoy entiendo mejor lo que es la soledad, y no quisiera que nadie pasara por ese estado, a pesar, que como ya dije en realidad no estamos solos realmente…
Quién tenga el hermoso gesto de leer mis palabras le digo, pensé en usted, en ti, al escribir esto, no se quien sos pero si necesitas un abrazo te lo estoy dando por medio de estas letras que aunque parezcan frías encierran todo el calor de esos momentos de felicidad que viví, todo ese amor que encierro en mi corazón y que solo quiere salir para entibiar a alguien que lo necesite. Porque estar solo nunca debería ser el estado de nadie, excepto si realmente fuera una opción.
Ese fue el motivo de esta carta, y deseo realmente que haya mejorado un poco tu día, y que seamos felices, que a eso vinimos finalmente.
Abrazo.
Carla
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